El éxito en la política depende del trabajo que se hace de cara a la opinión pública. Por eso es que las imágenes y los mensajes tienen tanta importancia. Eso explica por qué durante una campaña electoral los partidos políticos y sus candidatos se esmeran tanto por mostrar lo mejor de sí y esconder lo peor de sí. Las diferencias en ese ámbito entre ARENA y el FMLN son como el día y la noche.
Hay ejemplos claros de lo anterior en la carrera presidencial del 15 de marzo. Uno de ellos es el esfuerzo notable al interior del partido de gobierno por hacer a un lado las diferencias que existen entre distintos sectores del colectivo tricolor, para empujar todos juntos la carreta del proyecto electoral de su candidato presidencial, Rodrigo Ávila.
No hay dudas de que los resultados del 18 de enero, y las imágenes y los mensajes de unidad que se han suscitado desde entonces le han dado nuevos brillos a la campaña arenera. Las imágenes que muestran a una familia arenera unida –aunque no del todo sonriente– han logrado acrecentar las percepciones sobre las posibilidades reales de un quinto triunfo electoral arenero.
Por otro lado, los frutos del factor Zablah también son claros. Para nadie es secreto que Arturo Zablah tiene detractores entre sectores de la derecha salvadoreña y del mismo partido tricolor. Pero, poco a poco, se ha asumido la importancia del mensaje de apertura que la candidatura de Zablah significa a favor de una victoria tricolor. De que Zablah aporta, no hay dudas.
Mientras tanto, ¿qué pasa al otro lado del espectro político? En el FMLN no se ha producido ninguna foto de familia como ha ocurrido en ARENA. Los motivos para ello son varios. Tiene que ver, principalmente, con la estrategia efemelenista de mostrar rostros nuevos y amigables para vender una imagen del FMLN que no caza con la realidad.
Por eso es que Mauricio Funes se arropa con sus asesores no efemelenistas, o con su grupo de “Amigos” a la hora de encarar a los medios de comunicación. En privado, todos sabemos, son los comandantes los grandes protagonistas. Además, una foto de la familia efemelenista incluiría obligadamente a personajes siniestros cuya presencia resulta ser más un pasivo que un activo en el esfuerzo electoral de Funes.
Sabemos que una foto de familia debe incluir además a Hugo Chávez, Daniel Ortega, Rafael Correa y Evo Morales –los cuatro jinetes del Apocalipsis democrático latinoamericano–. A pesar de los esfuerzos de Funes por esconder los nexos del FMLN con el hombre fuerte venezolano, la simpatía e inspiración que Chávez genera en la ex guerrilla salvadoreña es de dominio público.
La otra pregunta de rigor es: ¿Y Salvador Sánchez Cerén? ¿Por qué ha desaparecido de los medios de comunicación el candidato a la vicepresidencia por el FMLN? El juego de imágenes del FMLN en esta campaña incluye la desaparición pública del compañero de fórmula de Funes.
Mientras Zablah aporta ideas, trayectoria e imagen a la campaña arenera, Sánchez Cerén se esconde para que la opinión pública olvide su pasado guerrerista. También para no responder por crímenes cometidos bajo su mando durante el conflicto armado, o por la campaña de violencia que su partido ha desatado en distintos puntos del país, en algunos casos utilizando niños y adolescentes, adoctrinados y envenenados por dirigentes que añoran la montaña y las balas.
La otra pregunta que ni Sánchez Cerén, ni Funes, ni el FMLN están dispuestos a responder es: ¿De dónde provienen las millonadas que están financiando la masiva campaña publicitaria del presidenciable farabundista?
Hay ejemplos claros de lo anterior en la carrera presidencial del 15 de marzo. Uno de ellos es el esfuerzo notable al interior del partido de gobierno por hacer a un lado las diferencias que existen entre distintos sectores del colectivo tricolor, para empujar todos juntos la carreta del proyecto electoral de su candidato presidencial, Rodrigo Ávila.
No hay dudas de que los resultados del 18 de enero, y las imágenes y los mensajes de unidad que se han suscitado desde entonces le han dado nuevos brillos a la campaña arenera. Las imágenes que muestran a una familia arenera unida –aunque no del todo sonriente– han logrado acrecentar las percepciones sobre las posibilidades reales de un quinto triunfo electoral arenero.
Por otro lado, los frutos del factor Zablah también son claros. Para nadie es secreto que Arturo Zablah tiene detractores entre sectores de la derecha salvadoreña y del mismo partido tricolor. Pero, poco a poco, se ha asumido la importancia del mensaje de apertura que la candidatura de Zablah significa a favor de una victoria tricolor. De que Zablah aporta, no hay dudas.
Mientras tanto, ¿qué pasa al otro lado del espectro político? En el FMLN no se ha producido ninguna foto de familia como ha ocurrido en ARENA. Los motivos para ello son varios. Tiene que ver, principalmente, con la estrategia efemelenista de mostrar rostros nuevos y amigables para vender una imagen del FMLN que no caza con la realidad.
Por eso es que Mauricio Funes se arropa con sus asesores no efemelenistas, o con su grupo de “Amigos” a la hora de encarar a los medios de comunicación. En privado, todos sabemos, son los comandantes los grandes protagonistas. Además, una foto de la familia efemelenista incluiría obligadamente a personajes siniestros cuya presencia resulta ser más un pasivo que un activo en el esfuerzo electoral de Funes.
Sabemos que una foto de familia debe incluir además a Hugo Chávez, Daniel Ortega, Rafael Correa y Evo Morales –los cuatro jinetes del Apocalipsis democrático latinoamericano–. A pesar de los esfuerzos de Funes por esconder los nexos del FMLN con el hombre fuerte venezolano, la simpatía e inspiración que Chávez genera en la ex guerrilla salvadoreña es de dominio público.
La otra pregunta de rigor es: ¿Y Salvador Sánchez Cerén? ¿Por qué ha desaparecido de los medios de comunicación el candidato a la vicepresidencia por el FMLN? El juego de imágenes del FMLN en esta campaña incluye la desaparición pública del compañero de fórmula de Funes.
Mientras Zablah aporta ideas, trayectoria e imagen a la campaña arenera, Sánchez Cerén se esconde para que la opinión pública olvide su pasado guerrerista. También para no responder por crímenes cometidos bajo su mando durante el conflicto armado, o por la campaña de violencia que su partido ha desatado en distintos puntos del país, en algunos casos utilizando niños y adolescentes, adoctrinados y envenenados por dirigentes que añoran la montaña y las balas.
La otra pregunta que ni Sánchez Cerén, ni Funes, ni el FMLN están dispuestos a responder es: ¿De dónde provienen las millonadas que están financiando la masiva campaña publicitaria del presidenciable farabundista?
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